BBC Mundo - Yuen no quiere la obra para tenerla en casa, sino para alquilarla. | Foto: BBC Mundo

Inversionistas

El arte para enriquecerse

Los empresarios de Hong Kong no coleccionan obras de arte por gusto ni prestigio, sino por la otra gran razón: dinero. El arte y el artista son mercancías que se compran, se alquilan y se venden.

Alianza BBC
28 de agosto de 2011

"La primera vez que vi esta pintura, me gustó", señala Amy Yuen, una empresaria de Hong Kong, refiriéndose a El Bebé Llorando Serie Uno del controvertido artista chino Yin Jun.

"Me gustaron los detalles y la mezcla de colores".

También le gustó el precio: US$21.540, y lo que podría potencialmente ganar por alquilar la obra.

Yuen es miembro de un grupo creciente de inversores novatos que asumen la típica actitud inescrupulosa hongkonesa frente al arte.

Ya tenía sus acciones, propiedades e incluso había coqueteado con inversiones menos tradicionales como financiar proyectos.

Así que le había llegado la hora al arte: la pintura es demasiado grande para su apartamento en Hong Kong, pero su intención nunca fue colgarla en casa.

Le pareció perfecta como decoración de un hotel o un banco privado.

"Equilibrio"

Yuen calcula que sus ganancias serán de 6% al año por el alquiler a ese tipo de clientes.

"La gente que sabe apreciar el arte, será capaz de apreciar la obra", dice.

En contraste, los bancos hongkoneses típicamente pagan menos de 0,5% de interés en depósitos.

Y Yuen no es sentimental: prevé que venderá la pintura en unos tres años. Para entonces, anticipa, su valor habrá subido en un 15 a 20%.

"Lo considero como una inversión alternativa", explica, "que puede equilibrar mi portafolio. Planeo comprar más obras de arte para diversificarme".
Trenes de los '70

La nacionalización de la compañía de trenes británica alertó a muchos inversionistas sobre las oportunidades que ofrecía el arte en la década de los '70.

Su fondo de pensiones invirtió alrededor de US$100 millones -cerca de un 2,5% de su portafolio- en arte. Eso incluyó 25 cuadros de impresionistas y más de 2.000 piezas que iban desde arte tribal africano hasta cerámicas chinas.

A los inversionistas de hoy quizás algunos aspectos de los '70 les resulten familiares.

Los mercados de acciones no estaban yendo a ninguna parte. Occidente enfrentaba altos niveles de inflación y bajos o ningunos de crecimiento económico. El Medio Oriente era inestable y los precios de petróleo se inflaban.

El fondo de pensiones empezó a vender su colección en 1987 y para 1999 ya se había deshecho de ella por completo.

Se dice que el rendimiento fue de un 11,3% al año.

No es tan fácil

A los subastadores y a los corredores de bolsa les fascina contar historias sobre personas que compraron una obra por unos cuantos cientos de dólares y las vendieron luego por millones, cuando el artista se hizo famoso. Pero en la vida real, tales golpes de suerte son raros.

Invertir en arte es un campo minado.

Incluso los expertos pueden ser engañados con falsificaciones.

A diferencia de las acciones de la bolsa, que pueden venderse en cuestión de horas, deshacerse de una pintura puede tomar mucho tiempo, incluso años.

Las casas de subastas y galerías a veces cobran altas tarifas por sus servicios.

Además, la moda cambia. Los críticos de arte tienen sus artistas consentidos, pero estos pueden ser cruelmente olvidados por la historia.

El problema con los expertos

El gurú de la inversión John Train señala en su libro "The Craft of Investing" que los conocedores de arte pueden resultar siendo malos jueces de lo que tiene un valor duradero.

En la lista de ganadores del prestigioso Prix de Rome en París de finales del siglo XIX, por ejemplo, no hay nombres conocidos.

De hecho, a los jueces les pareció que ningún artista se merecía el premio en 1888 ni en 1897, "a pesar de que Degas, Cezanne, Matisse, Monet, Renoir y Toulouse-Lautrec estaban disponibles", recuerda Train.

Pero, a pesar de ello, el arte efectivamente tiene ciertas características atractivas para los inversores.

Hay estudios que indican que generalmente los precios de las pinturas suben a la par de la inflación, lo que protege a los ahorros.

Además, comprar arte para arrendárselo a negocios también genera dinero.

El artista como acción

El secreto, dice Jonathan Macey, un veterano agente de arte en Art Futures Group en Hong Kong, es tratar al arte como a cualquier otra inversión: hay que investigar antes de comprar.

Art Futures es uno de los pioneros en la compra de arte para alquilar en Asia oriental.

Se concentra en inversores con entre US$10.000 y US$20.000 para gastar en artistas chinos que están en medio de su carrera, pues los que apenas están empezando son muy poco predecibles y los que ya son famosos son muy caros para inversores modestos.

Macey dice que pueden analizar las bases de datos de las ventas de la galería y los resultados de subastas de la misma forma que los analistas convencionales de inversiones examinan flujos de capital, tasas de crecimiento de ventas y márgenes de ganancias para decidir cuánto valen las acciones de una compañía.

"Podemos repasar los últimos siete u ocho años, hasta diez, de algunos de nuestros artistas, de manera que podemos pronosticar el valor del artista en el futuro".